Democraticemos los sindicatos oficiales

sábado, 9 de julio de 2011.

Francisco Martín Moreno|Vanguardia

Las paradojas de la política establecen que el principal agente corruptor de los sindicatos oficiales es, curiosamente, el propio Gobierno. ¿Razones? El Gobierno de la república retiene, mes con mes, cientos de millones de pesos derivados de las cuotas obrero-sindicales para entregárselas puntualmente al sindicato de maestros o al de petroleros o al de electricistas o al de burócratas federales, en lo general. Cualquier mexicano con escasa información política ignora, por supuesto, el destino de estos fondos que van a dar directamente a una caja de reptiles en donde ninguna autoridad se atreve a meter la mano. Luego entonces, quien provee de fondos a estas instituciones venales es el propio Poder Ejecutivo, el mismo que aporta inmensas cantidades de dinero que, en buena parte, van a dar al bolsillo de líderes podridos que se han enriquecido inexplicablemente con las cuotas pagadas por los trabajadores a los que supuestamente deberían defender. ¿Otra paradoja? El Gobierno entrega financiamiento a quienes se niegan a hacer la reforma educativa o la petrolera, que el país requiere urgentemente.

No es posible que en el mismísimo siglo 21 todavía existan caciques sindicales, unos más corruptos que los otros, como sin duda lo fueron Luis N. Morones en los años dorados de Plutarco Elías Calles. Morones no solamente controlaba a los trabajadores por medio de la CROM, sino que este siniestro personaje era el brazo armado del presidente, el famoso “Turco”. El imaginario político mexicano interpretó las siglas CROM, como “Cómo Robó Oro Morones” y luego concluyó el juego de letras utilizándolas al revés: “Más Oro Robó Calles”.

Imposible ignorar la gestión de Lombardo Toledano ni la de Fidel Velázquez, otro monstruo que embotelló el movimiento obrero durante décadas en un ambiente de absoluta putrefacción económica y política y a quien muchos mexicanos de diversos sectores le guardan reconocimiento y muy justificados afectos… ¡Claro que Lázaro Cárdenas creó a la CNC y a la CTM para controlar la voluntad de campesinos y obreros mexicanos! Cárdenas, otro tirano en el sindicalismo mexicano, instaló su dictadura sexenal al extremo de que en la actualidad la mayoría de los sindicatos públicos que tienen secuestrada a la nación fueron creados por su temperamento despótico y autoritario. ¿Cómo es posible que, hoy en día, existan líderes sindicales como Elba Esther Gordillo y Carlos Romero Deschamps que no solamente tienen secuestrada la voluntad de maestros y de petroleros, sino también la del país?

El Poder Ejecutivo federal y el Congreso de la Unión cuentan con facultades para proponer iniciativas legales con las que podrían reformar la ley respectiva para evitar que el Gobierno Federal retenga las cuotas sindicales para entregarlas a los sindicatos del caso. Si de acuerdo a los discursos políticos, el PRI, el PRD y el PAN, realmente desean disfrutar las ventajas de un México democrático, libre de los secuestradores oficiales y, obviamente, mucho más próspero, es la hora de modificar los ordenamientos del caso para que el Gobierno Federal no pueda retener las cuotas obrero-sindicales, de modo que el propio trabajador al servicio del Estado sea quien entregue al sindicato de su preferencia. Resulta absurdo y anacrónico que el Gobierno retenga a maestros, petroleros y electricistas sus cuotas en contra de su voluntad, embotellando la democracia sindical y promoviendo la corrupción entre los líderes venales que disponen a su arbitrio y con absoluta impunidad de bienes que les fueron confiados supuestamente por sus compañeros de trabajo. ¿El Gobierno es, entonces, cómplice de dichos líderes…?

Es evidente que esta propuesta resultará indigerible para los aspirantes presidenciales del 2012 que deseen trabar alianzas electorales con los representantes que dichos sindicatos venales. Quienes soñamos con un México moderno, no podemos consentir que llegue a Los Pinos quien se haya amafiado con los líderes históricos de los sindicatos oficiales, personajes absolutamente despreciables de la sociedad mexicana. ¿Cómo votar por un Peña Nieto o por un Marcelo Ebrard, los dos aspirantes más destacados (de López Obrador ni hablemos) si cualesquiera de los primeros decide trabar alianzas con la mafia sindical oficial? ¿Qué podríamos esperar de esos gobiernos si ya comienzan por comprometerse con el hampa sindical que vomita, por usar un eufemismo, la inmensa mayoría del país? Los millones de votos triunfadores los obtendrán del electorado verdaderamente harto de soportar las inmundicias, despilfarros y ostentosas corruptelas tanto de la maestra (quién sabe de qué…), como de Romero Deschamps, y no únicamente de los trabajadores de dichos sindicatos como los caciques indeseables del siglo 20, de los cuales sólo algunos desean acordarse.

Jamás tendrá mi voto quien trabe una alianza con representantes de dichos sindicatos absolutamente podridos que atentan en contra de la democracia y de la estabilidad de México. Por supuesto que la pérdida de mi voto va a proyectar al insomnio a la señora Gordillo y a Romero Deschamps…

Esta es la coyuntura ideal, un buen momento político para liberarnos de quienes tienen secuestrada a la educación nacional y al petróleo mexicano…

fmartinmoreno@yahoo.com

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