Samuel García|Milenio
Habíamos dicho que Pemex se estaba metiendo en un lío en su afán de crecer su influencia en las decisiones de la petrolera española Repsol, y después de la reunión de consejeros de ayer en Madrid, eso se confirma.
El conflicto es innegable. Lo que nos preguntábamos el martes pasado es si todo este lío político-mediático-empresarial que hemos entendido de a poco y presenciado a larga distancia desde México, realmente estaba anticipado en algún ‘mapa de impactos’ diseñado por la jerarquía ejecutiva de Pemex conformada por Juan José Suárez Coppel, José Antonio Meade, y sus asesores, antes que decidieran dar este paso. Ese martes respondíamos que no, que muy probablemente los primeros sorprendidos por la hiperreacción política, empresarial y mediática española eran, precisamente, los ejecutivos de Pemex y del gobierno federal.
Pues bien, por las resoluciones que adoptó ayer el Consejo de Administración de Repsol ahora se ratifica que efectivamente Pemex se lanzó a esta operación sin muchos cálculos de por medio. Da la impresión que a los altos ejecutivos de Pemex se les calentó la cabeza y se lanzaron a una aventura empresarial en España de la mano de un empresario, como Luis del Rivero, altamente cuestionado en la península ibérica y quien les convenció de los beneficios de dar un golpe de gestión en la petrolera, sin reparar en las potenciales consecuencias indeseables para la empresa del estado mexicano.
De la reunión de ayer en Madrid se desprende que el principal damnificado de las resoluciones adoptadas es Pemex. Prácticamente los nuevos acuerdos votados por la mayoría de los consejeros juegan en contra de la empresa mexicana y, claro, de las intenciones de su aliado Sacyr, pero sin conceder ningún crédito a los reclamos de Pemex-Sacyr.
Pero vayamos a las resoluciones concretas del Consejo:
En el primer acuerdo se le da a Antonio Brufau, el actual presidente de Repsol, la total confianza en su gestión. (Revés para Pemex-Sacyr)
En el segundo acuerdo se ratifica la importancia de que Repsol mantenga una estrategia independiente en beneficio colectivo de los accionistas. (Revés para las intenciones de Pemex de influir en las decisiones para obtener beneficios de negocios futuros)
En el tercer acuerdo se ratifican las acciones realizadas por Brufau e Isidro Fainé (presidente de La Caixa) para enfrentar las consecuencias derivadas de la alianza Pemex-Sacyr. (Revés contundente para éstos últimos)
En el cuarto acuerdo se pide a Pemex y a Sacyr renunciar a su alianza accionaria. (Éste es un rechazo contundente a las intenciones de Pemex-Sacyr y un duro golpe a la inversión adicional reciente de Pemex)
En el quinto y sextos acuerdos se pide reformar los estatutos y reglamentos de Repsol para protegerla de conflictos de interés a nivel estratégico y de formación del Consejo de Administración para casos de competidores. (Esto pretende excluir a Pemex del Consejo de Administración de Repsol)
En el séptimo, octavo y noveno acuerdos se pide expresamente que tanto una comisión, como los consejeros independientes y funcionarios de la propia empresa, analicen por separado el posible conflicto de interés de Pemex en su alianza con Sacyr así como los riesgos, daños y perjuicios para la sociedad y las medidas legales a adoptar.
En suma: Más allá de las acciones legales que emprenda en adelante, la reunión de consejeros de Repsol fue, en este primer episodio, un fracaso para Pemex en sus intenciones de internacionalizar sus estrategias de inversión. Veremos cómo corrige.
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