Pemex resurge

lunes, 26 de septiembre de 2011.

Hay signos que devuelven el optimismo en un sector cuyo último pronóstico no superaba la década.

José Rubinstein|EXCELSIOR

En resumidas cuentas, ser un país con abundantes recursos petroleros: ¿bendición o maldición?

Bendición, porque los copiosos recursos provenientes del petróleo prácticamente han sostenido la hacienda pública.

Maldición, por la irresponsabilidad y la corrupción de funcionarios, sindicato, proveedores e incluso ordeñadores de combustible en agravio de nuestra principal empresa paraestatal.

Seguramente usted, memorioso lector, recordará cuando cargábamos Gasolmex a peso —de los de antes— el litro o Mexolina a 0.80 centavos el litro, en gasolineras que presentaban la emblemática figura del charro de Pemex.

Desde el auge exportador petrolero iniciado en  los años 70, cuando la preocupación era cómo manejar la abundancia, Pemex ha adolecido de una adecuada política de reinversión de utilidades para mantenerse a la vanguardia tecnológica. Actualmente existe la firme determinación gubernamental por reforzar la incipiente reforma petrolera de 2008 a través de una modernización acorde al modelo de Brasil y Noruega con participación de capital privado en el desarrollo industrial.

Fiel evidencia de la inexplicable situación financiera de Pemex es la abusiva carga fiscal a la que la empresa es sometida, 20%  por encima de la utilidad obtenida, lo que ha ocasionado entre 2006 y 2010 pérdidas por 272 mil millones de pesos. Paradójicamente, los ingresos extra provenientes de la alta cotización del petróleo, en lugar de ser mayoritariamente reinvertidos dentro de la bendita empresa, básicamente han sido utilizados para el gasto corriente de las  entidades federativas, las que han manejado dichos fondos a discreción, sin rendición de cuentas.

Mencioné la palabra bendita con toda intención. Surgen evidentes  signos alentadores que devuelven  el optimismo en un sector cuyo último pronóstico de sobrevivencia no superaba la década. Afortunados hallazgos de nuevos yacimientos, aunados a la moderna visión empresarial de la actual dirigencia, permiten referirnos al resurgimiento de Pemex.

Ocurre que la restitución de reservas probadas de petróleo a fines de 2010 llegó a 85% y va que vuela al 100 por ciento.

Pemex anunció el fallo de la primera ronda de licitaciones de contratos integrales para exploración y producción de campos maduros en la región sur del país a favor de la empresa británica Petrofac en los campos de Santuario y Magallanes y de la mexicana Proyectos de Campo para el área Carrizo.

Los ingresos de Pemex por ventas petroleras a Estados Unidos aumentaron 40% el primer semestre de 2011, colocando a México como segundo abastecedor, después de Canadá.

En audaz y estratégica operación, Pemex anunció la adquisición de un cinco por ciento adicional —en mil 600 millones de dólares— a 4.8% que ya tenía de la petrolera española Repsol, de tal modo que con 9.8% de participación,  conjuntado al 20% de Sacyr Vallehermoso, alcanza 29.8%, oportunidad para incidir en decisiones fundamentales a bajo costo, aprovechar la valiosa tecnología de Repsol y  probablemente iniciar exploraciones conjuntas en aguas profundas. Las insostenibles protestas por la influyente alianza concebida por Pemex en Repsol no habrán de prosperar.

Pemex planea trasladar varias operaciones al extranjero, desde armado de buques hasta intervenir en exploración y explotación de crudo en Colombia o aguas cubanas y estadunidenses del Golfo de México. Asimismo Pemex proyecta abrir oficina de representación en Singapur.

Con agrado observamos una nueva mentalidad en Pemex, con amplia, agresiva y ambiciosa actitud, deseoso de asumir los desafíos que la modernidad impone. Pemex está haciendo su parte, al gobierno le corresponde dejar de cargarle la mano fiscalmente a la paraestatal, los recursos reinvertidos habrán de convertirse en sustanciosas utilidades.

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