¿Cuántos muertos más?

miércoles, 10 de noviembre de 2010.

ESTRICTAMENTE PERSONAL . RAYMUNDO RIVA PALACIO.

Cada vez surge esta pregunta entre la angustia y la impotencia: ¿cuántos muertos más habrá en México antes de que la violencia disminuya? La guerra contra el narcotráfico ya rebasa los 28 mil en los casi cuatro años de iniciada, y si se mantiene el ritmo de este año, para finales de diciembre es probable que la cifra supere los 32 mil. Hay 45 mil tropas y 5 mil policías federales desplegados en 18 estados bajo la lógica importada de Colombia de golpear sin cesar a los cárteles de la droga de arriba hacia abajo para atomizarlos y convertirlos en pequeños grupos que sean más fácilmente controlables. ¿Cuándo se dará el punto de inflexión? La mayoría de los mexicanos, a decir por las encuestas, no entienden esa lógica ni tampoco quieren seguir viviendo en la zozobra. Pero el presidente Felipe Calderón, cuyo gobierno no ha podido explicar con claridad esa línea de acción, y menos aún persuadir a las mayorías para que en este momento de la guerra se sumen a ella, no deja de señalar que los tiempos que se avecinan no son buenos, y que habrá más violencia, más muertos y más sangre. Desde un principio el gobierno tuvo ese diagnóstico y apostó por ese camino. ¿Cuántos muertos más? Nadie puede pronosticar ese número, pero sí entender qué es lo que está pasando. Al provocar la guerra entre cárteles, como un segundo frente a la guerra contra las fuerzas federales, el número de muertos se elevó particularmente en aquellas zonas donde se dividieron las organizaciones y empezaron a disputarse la plaza. La tendencia a la utilización regular de jóvenes --los narco bloqueos en Monterrey, por ejemplo, son realizados por muchachos entre 14 y 16 años, a quienes les pagan alrededor de 700 pesos por cada acción--, está directamente asociado a la pérdida de delincuentes mejor entrenados. Diversos estudios que han realizado autoridades federales y locales establecen que la ruta delincuencial de un joven, desde el nivel más bajo del crimen, como carterista, hasta participar en delitos del fuero federal, se lleva aproximadamente seis meses. La dinámica en la que se encuentran sumidos los cárteles hoy en día acortó esos plazos, aunque nada tan dramático como en Ciudad Juárez, donde ese recorrido se demora 48 horas. Esto genera que esos cuadros frescos para los cárteles no tengan la experiencia suficiente en el manejo de armas, ni tampoco el temple para enfrentar a la autoridad. El último ejemplo fue hace unos días en Ciudad Juárez, cuando agentes federales detuvieron a Luis Miguel Ibarra Castellanos, quien rápidamente pidió ser testigo protegido. Ibarra Castellanos, de 22 años, fue quien informó en dónde se había enterrado al Mario González Rodríguez, hermano de la ex procuradora de Chihuahua, a quien mandó asesinar el Cártel de Sinaloa. El éxito estratégico que ha tenido hasta ahora el gobierno de Calderón pasa por el baño de sangre que lleva a muchos mexicanos a pedir un alto a la guerra contra el narcotráfico, lo cual es racionalmente imposible. La doctrina imperante es como una carrera contra los cárteles: irán bajando los muertos en la medida que el gobierno tenga una mayor capacidad para arrestar, matar y cercenar a los cárteles hasta pulverizarlos por la falta de dinero y aparato delictivo, y las bandas criminales no puedan regenerar esos cuadros con la misma velocidad. Es decir, no este año ni el siguiente. Hasta el próximo gobierno, si la dinámica de atomización de organizaciones criminales se mantiene, porque la guerra que se inició en diciembre de 2006, en su diseño y forma, es irreversible.

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