¿Tú también, Felipe?.

Luis Soto|Agenda CONFIDENCIAL

El presidente Felipe Calderón parece estar dispuesto a pasar a las páginas de la historia de este país. No por haber sido el "presidente del empleo", como prometió; tampoco por haber logrado abatir la pobreza; ni por haber conseguido las reformas estructurales que el país requiere para crecer (fiscal, energética, laboral, política y otras); mucho menos por haber logrado el bienestar para la familia. Pretende formar parte de la historia, porque todo indica que quiere entregarle la Presidencia de la República al PRI.

En pocas palabras, apuntan los observadores, quiere hacer lo mismo que Ernesto Zedillo, quien desde que Santiago Oñate -a la sazón presidente del partido- bajó del caballo a su "delfín", Guillermo Ortiz Martínez, en su mente maquiavélica se incrustó la idea de entregarle el poder a otro partido que no fuera el PRI. Y así se lo hizo saber a la "mafia priista" (ya sabemos quién lo dijo, ¿no?), que obviamente no le creyó a pesar de que le envió múltiples señales, como aquellas de la "sana distancia"; "yo no voy a elegir a mi sucesor"; "no habrá dedazo", y otras.

¿Y qué les hace pensar que el presidente Calderón actuará igual que Zedillo?, preguntan los analistas bisoños. Bueno, para empezar, Calderón se quedó también sin "delfín" (Juan Camilo Mouriño), aunque por un hecho lamentable. A partir de entonces cambió el panorama para el presidente. Y hoy, hoy, hoy, está obsesionado con la sucesión presidencial -aunque lo niegue-, pero no sabe a quién de sus secretarios de Estado impulsar. ¡Tiene miedo, mucho miedo de equivocarse, de regarla!, confiesan algunos de sus colaboradores. Por eso los regaña y les dice:

"Aquí hay mucho qué hacer...aquí ni anden pensando en otra cosa. Ustedes tienen un trabajo que hacer, y el día que quieran hacer otra cosa, la puerta es más grande para salir que para entrar. Así que dedíquense a su chamba y luego ya veremos cuando lleguen los tiempos electorales." Si hasta entonces va a decirles, pues los "tres alegres compadres" (Lujambio, Cordero, Lozano) podrían hacer el mismo ridículo que hizo Francisco Labastida Ochoa ("El Perfecto Fracasado"), a quien Zedillo "le dio atole con el dedo"; cada vez que se apersonaba, o le preguntaba que "le diera alguna señal", le respondía, palabras más, palabras menos: Tú ponte a trabajar, "Pancho", yo te aviso cuando tome la decisión. Zedillo se hizo guaje varios meses, hasta que un buen día Labastida se armó de valor y renunció. Cuando eso ocurrió, Ernesto ya tenía su candidato: Vicente Fox.
Algo similar a lo relatado parece estar haciendo Felipe Calderón.

El lunes pasado, el presidente concedió una entrevista a Denisse Maerker, y entre otros tantos temas abordados, estuvo el de la sucesión presidencial. Unas frases sueltas sobre el asunto resultan medio sospechosas:

"Mi objetivo como presidente es, y no puede ser otro, más que gobernar bien, y entregar, finalmente, buenas cuentas al final de mi gobierno. Incluso, si pensara en el propio PAN, al PAN no le serviría que yo, como presidente, no cumpliera ese objetivo de gobernar bien." "Coincido que gane quien gane en el 2012, la clave es que sea decisión de los electores. Es decir, el problema no es quién gana, sino cómo gana, y en eso debemos concentrarnos..." "No veo el triunfo de nadie como una regresión, siempre que se haga bien."

No querrá pasar como el panista que le regresó al PRI Los Pinos, cuestionó Denisse a Calderón, y éste respondió: "Si la disyuntiva tuviera que ser entre gobernar bien, o que gane el PAN, yo claramente opto por gobernar bien." "Específicamente en el tema sucesorio, la verdad es que no me lo he planteado a fondo... Honestamente, por ejemplo, hablando del PAN, yo no tengo ningún candidato o precandidato favorito. No me interesa poner a alguien en específico. Pero no tengo ni obsesión ni preocupación. Tengo buena relación o más o menos buena relación con, prácticamente, todos los aspirantes o mencionados..."

¿Alguien quiere apostar algo a que Calderón actuará igual que Zedillo?