El tema del “pico del petróleo” se militarizó desde el reporte del Comando de las Fuerzas Conjuntas de Estados Unidos (The Guardian, 11/4/10) que vaticina su llegada en 2015 con una disminución del abasto en 10 millones de barriles al día, lo cual tendría un impacto mayúsculo tanto en los países desarrollados como en aquellos en vías de desarrollo, con mayor fuerza en India y China.
En fechas recientes uno de los proponentes de la “teoría del pico en Estados Unidos, el prominente inversionista petrolero mormón Matthew Simmons, quien se había convertido en un crítico implacable del manejo de la catástrofe ambiental de BP en el Golfo de México –que, a su juicio, tendría un costo descomunal de un billón de dólares–, fue encontrado muerto en circunstancias misteriosas (The Intel Hub, 9/9/10), así como fue “extraña” la venta masiva por 250 millones de dólares de acciones de BP por Goldman Sachs en vísperas de la tragedia ambiental (Raw Story, 2/6/10). ¿Habrá alertado Jehová a Goldman Sachs?
El “pico del petróleo”, derivado de la célebre curva parabólica de Hubbert, representa el punto en el tiempo cuando las reservas globales de petróleo pasaron su cúspide y la producción empieza a declinar en forma gradual.
Hechos
El portal alemán Der Spiegel (1/9/10), bajo la firma de Stephen Schulz, acaba de propinar un tremendo latigazo recordatorio a los amnésicos e indolentes al filtrar un lúgubre reporte “secreto” del centro de pensamiento alemán: el departamento Análisis Futuro del Bundeswehr Transformation Center, de la cúpula del ejército y cuyos autores son encabezados por el teniente coronel Thomas Will.
La filtración aduce que “el agotamiento de las materias primas”, en particular del petróleo, impactará “el balance del poder global”, activará “la formación de nuevas relaciones basadas en la interdependencia, el declive de los países industriales occidentales y el colapso total (¡súper sic!) de los mercados”, concomitante a “severas crisis políticas y económicas”.
Que conste que Alemania es la segunda potencia exportadora global detrás de China (per cápita sería la primera) y la primera superpotencia geoeconómica de la alicaída Unión Europea. En fechas recientes su canciller Angela Merkel operó un acercamiento espectacular con China y Rusia, lo cual fue conspicuamente ignorado por los multimedia anglosajones.
Para Bundeswehr (ejército alemán) el “pico del petróleo” ocurrirá probablemente alrededor de 2010 –¡es decir, ya!– y su “impacto en la seguridad se sentirá 15 a 30 años más tarde”. Stephen Schulz cita al experto petrolero Steffen Bukold, quien evaluó y resumió siete escenarios:
1) “El petróleo determinará el poder”: será “uno de los factores decisivos para determinar el nuevo paisaje de las relaciones internacionales”, con mayor importancia de los “países productores de petróleo”. Al “experto” Steffen Bukold se le pasa que fueron la “revolución geoenergética Putin” y la resurrección militar de Rusia (v. gr. el aplastamiento de Georgia en Osetia del Sur), al unísono de la derrota de Estados Unidos en Irak, las que colocaron a los hidrocarburos como uno de los factores decisivos del incipiente nuevo orden multipolar. En México, la ignara clase política, una de las más primitivas del planeta, ni se da por enterada. El petróleo sigue siendo la principal joya geoestratégica, solamente que ahora cambió de controlador: pasó de las trasnacionales anglosajonas (las añejas “siete hermanas”) a manos de Rusia y la OPEP (ésta, huérfana militarmente).
2) “Mayor importancia de los exportadores de petróleo”: mientras los importadores
Refinería de Shueiba, Irak
compiten por ser abastecidos, los productores “afirmarán en forma más agresiva (sic) sus intereses nacionales (sic)”. No es por nada, pero fue nuestra tesis expuesta en el Senado, a la cual, como era de esperarse, no le hicieron caso: desprivatización y restatización del petróleo global.
3) “La política remplaza al mercado”: la “proporción del petróleo intercambiado en el mercado global disminuirá conforme más petróleo será comerciado mediante contratos binacionales (sic)” y “acuerdos condicionados de abastecimiento” y “asociaciones privilegiadas (sic)”.
4) “Fracaso del mercado”: en forma lúgubre las “consecuencias de la carestía de petróleo afectarán el transporte de los bienes vitales (v. gr. los alimentos)”, ya que el “petróleo es usado en forma directa o indirecta en 95 por ciento de todos los bienes industriales, que serán impactados por los choques de los precios”: en el “mediano plazo (sic) se colapsarían tanto el sistema económico global como cada economía nacional orientada al mercado (sic)”.
5) “Recaída (sic) en la economía planificada”: la alternativa al desmoronamiento del “mercado” será “el racionamiento del gobierno y la asignación de bienes importantes o la implantación de cronogramas de producción y otras medidas coercitivas de corto plazo”.
6) “Reacción global en cadena”: un “amplio (sic) número de países no será capaz de realizar las inversiones necesarias a tiempo” y las “quiebras en algunas regiones del mundo afectarán a Alemania por su profunda integración en la economía global”.
Y, 7) “Crisis de legitimidad política”: se teme por “la supervivencia de la democracia misma”, cuando existirá “espacio para extremistas ideologías alternativas” y revueltas masivas.
¿Puede todavía existir mayor extremismo que la teología del neoliberalismo global?
Stephen Schulz tilda de “drásticos” los siete escenarios resumidos por Steffen Bukold, pero considera más “políticamente explosivas (sic)” las “recomendaciones” de Bundeswehr: “los países importadores serán forzados (sic) a mostrar mayor pragmatismo en su política exterior hacia los productores”, por lo que “las prioridades políticas deberán ser subordinadas a la seguridad del abasto energético”.
La dependencia con Rusia es más que evidente, por lo cual Europa del este y, en particular, Polonia –si no ajusta a tiempo la nueva realpolitik entre sus dos gigantes geoeconómicos vecinos–, pagarán los platos rotos, ya no se diga el ineludible acercamiento “intensivo” con Irán y Arabia Saudita, que desacralizará “el apoyo incondicional (sic) a Israel”.
Conclusión
Llama más la atención la resurrección de un añejo tema mediante el viejo truco de la “filtración” que quizá tenga como objetivo “alarmar” a la población europea occidental para acelerar la transición a energías alternativas todavía muy embrionarias.
¿No servirá también para encubrir tanto el rotundo fracaso del neoliberalismo global como la “gran recesión” que durará un mínimo de 10 años en Occidente? Lo real es que el tema del “pico del petróleo” ya se militarizó a los dos lados del Atlántico norte.
Fuente: Alfredo Jalife-Rahme -La Jornada
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