Hace dos semanas, a la ciudad de McAllen, Texas, llegaron 10 gobernadores mexicanos. Arribaron por separado, por sus propios medios, y se encontraron en una casa en donde tuvo lugar una reunión política de alto nivel.
El tema a discutir: la sucesión presidencial de 2012 y a los acuerdos que ahí se sellaron los llaman “El pacto de McAllen”.
Los mandatarios que asistieron al encuentro tenían algo en común: todos eran priístas y apoyan la candidatura presidencial de Peña Nieto, quien encabezó la reunión. Entre gobernadores entrantes y salientes discutieron sobre escenarios, prospectiva y trazaron una ruta crítica para promover y arropar al mexiquense rumbo al 2012.
“Blindar a Peña Nieto y no exponerlo”, es el principal objetivo de los gobernadores peñistas, entre los que estuvieron Eugenio Hernández de Tamaulipas, Ivonne Ortega de Yucatán y Miguel Osorio de Hidalgo.
El gobierno de Calderón va sobre Peña, se dijo en la reunión, en dos líneas de ataque: política, con la alianza PAN-PRD en los comicios mexiquenses para intentar descarrilarlo; y presupuestal, con estrategias para cerrarle a su administración llaves presupuestales que disminuyan el ritmo de la obra pública.
En el encuentro se mencionó una propuesta que hay en el Congreso local mexiquense para modificar la Constitución local y cambiar la fecha de la elección de gobernador, del próximo año al 2012 y empatarla con la elección presidencial. De ese modo, se dijo, se evitaría el impacto de una alianza opositora en la elección local.
Los gobernadores priístas discutieron también sobe los posibles candidatos de otros partidos. Del PAN, por ejemplo, se dijo que ven a Calderón jugando en este momento con dos opciones de precandidatos: Ernesto Cordero, como el abanderado que puede lanzar el Presidente si la apuesta es por el tema de la estabilidad económica, o Francisco Blake, si desde Los Pinos apuestan al tema de la seguridad como oferta de campaña. Calderón vetará, dijeron, a Santiago Creel y a Josefina Vázquez Mota.
Cuando se habló del PRD y sus candidatos, los mandatarios del PRI mencionaron el nombre de AMLO como “el candidato más fácil” para el priísmo, aunque también previeron que habrá “pleito seguro” entre el tabasqueño y Ebrard por la candidatura.
Antes de terminar la reunión y de que se sellara “El pacto de McAllen”, uno de los gobernadores priístas dijo que sabía de un juramento que había hecho Felipe Calderón sobre la tumba de su padre, Luis Calderón Vega hace unos meses: “que por ningún motivo él le iba a entregar el poder al PRI”. Hay que prepararse para todo, dijo ese mandatario. La división del PRI, apuntó, debe evitarse a toda costa y la prioridad número uno que definió el grupo que nació en esa reunión fue: “blindar a Enrique Peña Nieto”.
Por: Más de Salvador García Soto
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