Temen un nuevo shock petrolero

sábado, 5 de marzo de 2011.

Jad Mouawad y Cliford Krauss|The New York Times

WASHINGTON.- El mundo no está viviendo un shock petrolero. Al menos no todavía. Pero la crisis que está sacudiendo al mundo árabe, epicentro de la producción petrolera global, funciona como un aleccionador recordatorio de que el comercio del crudo, madre de todas las materias primas, es en el fondo un juego político. Como gran parte del mundo árabe, ese mercado parece una bolsa de petardos listos para estallar.

Desde que los rebeldes cerraron el cerco alrededor de Trípoli, el domingo pasado, sus esenciales reservas de petróleo quedaron limitadas. En casi todos los campos petroleros de Libia la producción se convirtió en un ínfimo chorro. El retorno a la producción normal parece posible sólo dentro de varias semanas, en el mejor de los casos. Alrededor del 80% de la producción petrolera nacional se encuentra en el territorio controlado por los rebeldes.

Es cierto que el mundo puede soportar una alteración de las exportaciones libias. Pero lo que volvió a llevar el precio del barril a los 100 dólares es la posibilidad de que los levantamientos en la región puedan propagarse a otras naciones de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en Medio Oriente.

Por el momento, pesos pesados como Arabia Saudita pueden compensar la diferencia, y los grandes consumidores como Estados Unidos acumularon millones de barriles para emergencias como ésta.

La pregunta que todo el mundo se plantea es qué pasará si esta situación va más allá de Libia. Costanza Jacazio, de Barclays Capital, de Nueva York, dice que si la agitación se extendiera más allá de Libia podría hacer subir aún más el precio del crudo. "El grado de riesgo geopolítico es enorme."

Jan Stuart, de Macquaire Securities, explicó: "Esto devuelve la dimensión política a la dinámica del precio. Los últimos 25 años los sauditas se esforzaron por garantizar que la política fuera desterrada de las conversaciones sobre el abastecimiento. El riesgo de hoy es que podríamos volver al estilo anterior".

El precio del crudo ha estado aumentando constantemente incluso antes de la ola de protestas. Una economía global en recuperación convenció a los comerciantes de que la demanda de petróleo iba a aumentar un 2% en 2011. Algunos expertos predecían que gradualmente se volvería a entre 120 y 150 dólares el barril. En Londres, el Brent, el punto de referencia, se vendió el crudo cerca de los 115 dólares el barril en los últimos días.

Ahora los economistas están preocupados porque los altos precios de la energía puedan perjudicar la economía justo en el momento en que empieza a recuperarse. Por lo general, cada aumento de un centavo insume 1000 millones de dólares anuales de los bolsillos de los consumidores.

Si los precios siguen aumentando, lo más probable es que los consumidores se ajusten el cinturón. Si los precios siguen altos durante mucho tiempo, el impacto podría ser severo: cada shock petrolero que se produjo en el curso de los últimos 40 años contribuyó a empujar la economía global hacia una recesión. Nariman Behravesh, de IHS Global Insight, dijo que cada aumento de 10 dólares del barril de petróleo reduce el crecimiento económico en 0,2% al cabo de un año, y 1% al cabo de dos años.

Las subas de precio que acompañaron las dos guerras del Golfo Pérsico no tuvieron un impacto profundo porque esos conflictos no duraron demasiado. Pero varios incrementos del precio precedieron a recesiones económicas.

El shock más grande fue el que se produjo tras el embargo de la OPEP de 1973, que cuadruplicó los precios del crudo e instaló la estanflación, un período de crecimiento lento, alto nivel de desempleo e inflación. La revolución iraní de 1979 provocó otro período de escasez, y una vez más los norteamericanos tuvieron que hacer filas para conseguir combustible. Los precios subieron, pero no por mucho tiempo, ya que México, Nigeria y Venezuela elevaron su producción.

Si la actual agitación contribuye a aumentar el precio del barril en 40 o 50 dólares, llevándolo al mismo nivel de tres años, sería una circunstancia realmente perjudicial.

"Si los precios superan los 4 dólares el galón (3,8 litros), eso podría tener un enorme efecto psicológico", dijo Behravesh, "pero tendría que ser una circunstancia duradera".

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