Petroleras latinas

domingo, 14 de noviembre de 2010.

David Shields|Periodico Reforma

El desempeño y las metas estratégicas y de negocios de las compañías nacionales del petróleo siempre es un tema de actualidad tanto en los ámbitos de negocios como en los foros académicos. En días pasados, el Centro de Estudios Hemisféricos de la Universidad de Miami convocó a un foro de análisis sobre el futuro de esas compañías en América Latina, centrándose la discusión en las tres petroleras nacionales más grandes: Petrobras, Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y Petróleos Mexicanos (Pemex).

Hubo amplias coincidencias entre los participantes sobre la situación que guardan esas empresas, que quizás se pueda resumir así: Petrobras muestra un buen desempeño y continúa el optimismo sobre su futuro, a pesar de retos difíciles y una creciente politización del tema petrolero, mientras que Pdvsa es hoy la peor petrolera de la región, habiéndose plegado a los intereses políticos y privados del Presidente Hugo Chávez, quien la lleva a la quiebra.

Pemex ocupa un lugar intermedio con resultados operativos mediocres. Aún tiene capacidad financiera, pero poco margen político para aplicar reformas. Con la caída de Cantarell, ha perdido impulso y es perjudicado por la adicción fiscal a los ingresos petroleros.

En lo personal, me sorprendió el que los sudamericanos mantengan una perspectiva tan positiva sobre Petrobras y vean probable que tenga éxito en la explotación del petróleo a las grandes profundidades submarinas del presal, a pesar del gigantesco reto tecnológico, industrial y financiero que presenta. Ese optimismo se reflejó, sin duda, en la reciente colocación récord de 70 mil millones de dólares que hizo Petrobras en mercados bursátiles.

Aun así, hay preocupación por los cambios recientes en el modelo institucional, ya que Brasil pretende enfrentar este reto mediante esquemas no probados de producción compartida, en vez del modelo, hasta ahora exitoso, de las concesiones. Además, la creación de Petrosal, una empresa 100 por ciento estatal para administrar las reservas del presal, genera incertidumbre, al convertir a Petrobras en un socio menor en esas explotaciones. A su vez, los gobiernos estatales ya exigen participar en la riqueza futura del presal, provocando una politización del tema petrolero que antes no existía.

Mientras tanto, los venezolanos encaran la destrucción política de Pdvsa, que ha pasado de ser la mejor petrolera de la región a ser la peor. En los años 90, Pdvsa era un ejemplo de disciplina, eficiencia y capacidad ejecutiva y tecnológica, que se supo complementar mediante una apertura al capital privado en campos marginales.

Hoy, a Pdvsa le faltan recursos humanos, tecnología y financiamiento para frenar la caída de la producción, razón por la cual ya contempla la venta de sus activos en el exterior, como Citgo Corporation en Estados Unidos y Veba Oel y Ruhr Oel en Alemania, que antes eran joyas dentro de su cartera de negocios. Pdvsa ya comprometió la mitad de sus exportaciones petroleras a países como China, Nicaragua, Cuba, Irán y Belarús, mediante acuerdos especiales de suministro con grandes descuentos, y así dejó de realizar exportaciones rentables a Estados Unidos. Busca nuevas asociaciones, pero con sesgo ideológico, y sin dinero para concretarlas. También pierde por incursionar en negocios no medulares, como agricultura, alimentos y línea blanca.

Para México y Pemex, América Latina ofrece ejemplos de qué hacer y qué no hacer. Brasil presume un marco jurídico petrolero ejemplar, que permitió a Petrobras crecer y prosperar en un ámbito competitivo y desregulado. Hoy, Ecopetrol, en Colombia, sigue ese modelo con éxito. También el Pdvsa de los años 90 era una compañía estatal modelo con aspectos que se podrían replicar. Hoy, a Pemex los petroprecios aún lo mantienen a flote. ¿Hasta cuándo?

David Shields es analista de la industria energética.

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