La censura a López Obrador, el fascismo político

domingo, 3 de octubre de 2010.

Coincido en los principios que llevaron al magistrado Salvador Nava a defender la libertad de expresión de Andrés Manuel López Obrador. Su proyecto, sin embargo, fue derrotado cuatro votos a tres en el Tribunal Electoral, que optó este 29 de septiembre por ordenar al IFE que retire los spots de radio y televisión en que el aspirante presidencial esboza un proyecto de nación para las elecciones del 2012.

En aras de una equidad que resulta imposible de lograr, los legisladores, el IFE y el Tribunal han construido en la ley electoral un absurdo sistema de restricciones a la libertad de expresión. En lugar de promover que se escuchen las posiciones de los distintos políticos que aspiran a la Presidencia o a otros cargos de elección popular, las autoridades han creado un sistema que busca prohibir de manera sistemática la expresión de las ideas y los proyectos políticos.

No sólo se ha censurado a los ciudadanos, que ya no podemos contratar tiempos de radio y televisión para expresar nuestras posiciones políticas o nuestro apoyo o rechazo a algún candidato o proyecto, sino también al Presidente de la República a quien se le ha puesto una mordaza en tiempos electorales, incluso para hablar sobre los temas más importantes del País, como la inseguridad.

Las prohibiciones no han logrado que los políticos dejen de promoverse a sí mismos. Simplemente han generado obstáculos para unos y dejado la puerta abierta para otros. El Presidente y los gobernadores tienen mil formas de salir en los medios de comunicación. Lo mismo ocurre con los secretarios de Estado que pueden aspirar a algún cargo de elección popular.

Enrique Peña Nieto y Marcelo Ebrard no han tenido problemas para que las televisoras los inviten a programas de todo tipo, incluso para hacer gala de sus habilidades culinarias. López Obrador había encontrado una fórmula novedosa y eficaz al emplear los tiempos del Partido del Trabajo para su promoción personal, aunque para ello tuvo que encontrar un partido dispuesto a sacrificar sus propios intereses a los del candidato.

Muchos posibles aspirantes a cargos de elección popular, sin embargo, no tienen forma de lograr ese acceso a los medios. La actual legislación electoral ha acentuado la inequidad. Hoy más que nunca es difícil, si no imposible, ingresar al círculo mágico del poder. Solamente quienes ya están en él pueden promoverse en los medios. No hay mecanismos abiertos para todos.

La solución no radica en fortalecer o multiplicar las mordazas, lo cual ya ha demostrado ser un fracaso, sino en liberalizar el sistema. Dejad que todos los aspirantes puedan contratar tiempos de radio y televisión, o espacios en cualquier otro medio, para expresar sus puntos de vista o presentar sus proyectos de nación. Permitid que también los ciudadanos, que son finalmente quienes pagan todos los gastos del sistema político, gocen de esa facultad hoy reservada a los dirigentes de los partidos.

El magistrado Manuel González Oropeza tiene razón cuando advierte que un Gobierno que censura la expresión de las ideas porque la considera peligrosa termina cayendo en el fascismo. Sólo que la libertad de expresión no debe limitarse a los políticos sino extenderse a todos los ciudadanos. Ésa es quizá una de las tareas más importantes que debemos fijarnos los gobernados en estos tiempos en que las mordazas se multiplican como consecuencia de una ley electoral que debió ser fuente de libertades.

Jaque mate|Sergio Sarmiento

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