Acuerdo AMLO-Cárdenas: rescatar, no desfondar al PRD: La izquierda sola puede ganar en Edomex

sábado, 23 de octubre de 2010.

Miguel Ángel Velázquez

El acuerdo entre Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador no significa desfondar al PRD, nos dicen, más bien se trata de rescatarlo.

Y es que la estrategia de Los Pinos, la de regresar el poder al PRI mediante una elección tersa, pasa necesariamente por la derrota anticipada de sus más importantes competidores, o para decirlo mejor, se requiere cerrar el paso, desde ahora, desde las elecciones en el estado de México, a una candidatura fuerte de la izquierda. Eso es lo que tienen en mente.

Para que eso tenga los resultados que se esperan desde el poder, resulta necesario que tanto Acción Nacional como el PRD, unidos, sean derrotados, y así, con una supuesta alianza ganadora, se ha ido construyendo la derrota.

En los salones del poder del estado de México, la alianza PAN-PRD no parece causar ningún desasosiego, aunque se hubiera montado el teatro de sacarlas del marco de ley, forma necesaria para hacer creíble un fuerza de la que carecen, pero lo que sí les incomoda es que la competencia provenga de una sola fuerza de izquierda, porque no están seguros de aplastarla, como lo pueden hacer con la alianza, que carece de candidatos, de proyecto y de bases convencidas para apoyarlos.

La alternancia tersa que se proponen para 2012 sería imposible con una elección impugnada, o peor, perdida en el estado de México. Por eso quienes ven en la alternancia la mejor protección a sus intereses han aplaudido hasta el cansancio la posibilidad de que la conjunción espuria supere, a como dé lugar, los escollos que se construyen desde la izquierda.

Cárdenas y López Obrador tienen a la inmensa mayoría de militantes de la izquierda en su favor, la fuerza política y las razones legales para hacer que concluya ya el periodo de los canallas al frente de ese organismo. Algo deberán preparar para romper la inercia entreguista de la cúpula de ese partido.

En todo esto hay, no obstante, un cabo suelto, se llama Marcelo Ebrard, su competencia en esta tarea, la de recobrar al PRD, también debe importarle, porque un político de su alzada no puede confiar, por ningún motivo, en quienes lo pueden vender en cualquier momento. Para el jefe de Gobierno de la ciudad de México apoyar la alianza con el PAN no es dar un paso hacia la creación de un frente triunfador, si no correrse hacia la derecha.

La ubicación política de Ebrard sí importa, porque fue electo por una población que le dio su confianza a la izquierda como forma de lucha en contra de la derecha. Eso Marcelo lo debe tener muy en cuenta, porque esa misma población, si fuera consultada, seguramente estaría en contra de un acto que iría en contra del sentimiento político de quienes los eligieron.

Entonces queda claro que sí existe la posibilidad de crear una izquierda fuerte que no sólo vaya por la gubernatura del estado de México, sino que se fortalezca de tal manera que, para futuras contiendas, signifique una opción renovada desde donde provenga el cambio. Lo otro, la connivencia con la derecha panista, más bien parece la búsqueda de la identidad perdida como ha resultado ser para los chuchos.

Habría que poner muy en claro que si el PRI triunfa en el estado de México de mala manera, como lo hizo Calderón en 2006, no habrá forma de darle legitimidad a un triunfo nacional, y las consecuencia serán peores que las que hasta hoy sufrimos por la imposición. Eso que a nadie se le olvide.

Para el total de las definiciones la postura que hoy ofrezca Cuauhtémoc Cárdenas hacia la militancia del PRD será de la mayor importancia. Tal vez no signifique el triunfo o la derrota, pero probablemente sea el principio para recobrar la moral perdida de ese partido.

Sí, es verdad, hay muchos que quisieran ser gobernador del estado que se maneja desde Toluca, 17 parece una cifra baja, pero todos pertenecen a la misma caballada, que no engorda.

De pasadita

Hace no muchos días, el jefe delegacional en Cuajimalpa, el gansito Orvañanos, contrajo nupcias. En la fiesta del panista estuvieron presentes, como debe ser, muchos de los más encumbrados personaje de panismo. Desde la ya no muy encumbrada Patricia Flores hasta las que definitivamente ya no cuentan en el espacio electoral de esa derecha, como el caso de Gabriela Cuevas. Otro de ala caída presente era Felipe Bravo Mena, y con aires de yo soy el bueno, el secretario de Educación, Alonso Lujambio. Lo que nadie sabe es qué rayos andaba haciendo por aquellos lares el procurador general de Justicia del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera. ¿Será que también anda en eso de las alianzas?

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